Como hemos visto, Empedocles, en la Grecia antigua, decía que los elementos constitutivos de todas las cosas eran la tierra, el aire, el agua y el fuego.
Ahora bien, un elemento de cualquier cosa es una parte de esta tan simple, que no puede ser dividida a su vez en partes más sencillas.
Mientras los alquimistas trabajan con diversos materiales sólidos que en su creencia eran formas del elemento tierra, pronto observaron que muchos de ellos podían dividirse en otros más sencillos.
Con ello quedaba demostrado que la tierra no era en realidad un elemento.
Por otra parte, los alquimistas averiguaron que ciertos materiales, metales casi siempre, no podían ser divididos en partes menos complicadas.
Estos materiales divisibles eran pues, verdaderos elementos químicos.
Los elementos conocidos por los alquimistas eran: oro, plata, cobre, hierro, plomo, estaño, mercurio, antimonio, azufre, arsénico, fósforo y carbono.
El mercurio fue descubierto probablemente hacia el año 300 de la Era Cristiana por un griego llamado Teofrasto , los elementos arsénico y antimonio fueron descubiertos en la Edad Media.
En el siglo XVIII, cuando la química iba convirtiéndose en ciencia, los químicos empezaron a descubrir nuevos elementos cuya lista fue creciendo hasta alcanzar el número de 92, encontrados todos ellos en la tierra o en el aire.
Después ya en tiempos recientes, los químicos averiguaron el modo de obtener nuevos elementos y así hallaron 11 más hasta obtener 103.
Es importante dejar establecida la idea de que estos elementos químicos son las sustancias más simples que el científico puede manipular.
Ing:Doris La Rosa.
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